Veinte años no serán nada, como dice la canción, pero cuarenta parecen una eternidad. Pienso eso leyendo los artÃculos conmemorativos
del mayo francés del 68 que se están publicando en los suplementos de los periódicos de mayor circulación, todos, o casi todos, dominados de tal manera por el presentismo que lo que ocurrió entonces queda como perdido en una intensa niebla.
1. La primera pista la dio Guy Debord. En 1988, cuando se cumplÃan veinte años de los hechos de mayo, escribió en sus Comentarios sobre la Sociedad del Espectáculo algo que podrÃamos tomar como punto de partida:
La primera intención de la dominación espectacular era hacer desaparecer el conocimiento histórico en general, empezando por casi todas las informaciones y todos los comentarios razonables sobre el más reciente pasado. Una evidencia tan flagrante no necesita ser explicada. El espectáculo organiza con maestrÃa la ignorancia de lo que ocurre e, inmediatamente después, el olvido de aquella parte de los acontecimientos que pudo ser conocida. Lo más importante es lo más ocultado. En estos últimos veinte años no hay nada que haya sido cubierto por más mentiras inducidas que la historia de mayo de 1968. Ciertas lecciones útiles podrÃan sacarse de algunos estudios desmitificadores sobre aquellas jornadas y sobre sus orÃgenes, pero eso es un secreto de Estado.
Estas palabras de Guy Debord pueden parecer una exageración. Y tal vez lo sea. Pero son también una de esas exageraciones candidatas a la verdad: en lo que hace a mayo del 68, lo más importante es lo más ocultado. Pues la derecha polÃtica de entonces redujo la interpretación de los hechos a un gran complot anarco-marxista, a una gran conspiración (que quedarÃa desmontada en las primeras elecciones que siguieron a las grandes movilizaciones); el gaullismo, que salió fortalecido de ellas, vio en los acontecimientos una "crisis de civilización" a la que habÃa que hacer frente precisamente reforzando "nuestra civilización"; los restos de los grupúsculos marxistas de entonces interpretaron los hechos como una crisis internacional del capitalismo tardÃo que, a pesar de la derrota de mayo, se seguirÃa pudriendo; y los nuevos camaleones fueron adaptando su interpretación de los hechos a lo que vino después: principio del fin de las ideologÃas, gran fiesta lúdico-juvenil, anuncio del individualismo contemporáneo, fin del psicodrama de la era revolucionaria, revuelta reformista, insurrección democrática que anunciaba el retorno a los principios de la gran revolución francesa, origen de los nuevos movimientos sociales, etc., etc.
"Todo mentiras", decÃa Debord. Se puede decir con una expresión menos drástica: medias verdades que se corresponden bien con lo que luego, en los años que siguieron, hemos sido los unos y los otros o, más directamente, con las trivialidades de base que los mandamases del mundo que de ahà salió y los letratenientes a ellos vinculados quieren que sepan las nuevas generaciones. No estoy hablando de conspiración del silencio, ni siquiera de tergiversación conscientemente construida. Al contrario. Pienso que, en este caso, cuanto más se habla y más se escribe más domina el espectáculo y más nos alejamos todos de lo que realmente fue aquello. Asà que no voy a pretender aquà contar la verdadera verdad del mayo del 68. Sólo pretendo contar brevemente mi versión de los hechos con palabras que se acerquen, eso sÃ, a las palabras que se pronunciaban entonces, la mayor parte de las cuales se han hecho impronunciables, y tal vez incomprensibles, en los tiempos que corren ahora.
2. Segunda pista. Mayo-junio del 68 no fue la gran fiesta lúdica, como se viene diciendo casi siempre, sino el gran susto. O aún mejor: una gran protesta estudiantil que se acabó convirtiendo en un gran susto para la gran mayorÃa. Lo que empezó como un memorial de quejas en las universidades (en Estrasburgo, en Caen, en Nanterre) se convirtió enseguida en un movimiento de protesta social generalizado en las barricadas de ParÃs, y, a partir del momento en que se multiplicaron las ocupaciones de fábricas y las huelgas obreras, en un ensayo general revolucionario que asustó a la mayorÃa de la sociedad francesa del momento.
De ahà el gran susto: se asustaron los burgueses que vieron peligrar sus propiedades; se asustaron los pequeños burgueses que vieron peligrar sus privilegios y los de sus hijos (Chabrol enseña); se asustó De Gaulle que tuvo que echar mano del ejército; se asustó el partido socialista que creÃa pasada la época de las revoluciones; se asustó el partido comunista, que aún hablaba de revolución en general pero no de esa; se asustaron los sindicatos que se vieron rebasados por la espontaneidad de los consejistas en las ocupaciones de fábricas y criticados por los estudiantes por su inconsecuencia; y se asustó una parte de los intelectuales y profesionales que vieron con buenos ojos el arranque de los acontecimientos y todavÃa se solidarizaron con el movimiento en el momento de la represión, pero que no pudieron aguantar la acusación de ser unos mandarines al servicio del sistema, una acusación cada vez más repetida por los comités de obreros y estudiantes.
Del gran susto salió el viaje de De Gaulle a los cuarteles. Del viaje de De Gaulle a los cuartes salió la gran reacción de junio en ParÃs: una grandÃsima manifestación de todas las fuerzas de la conservación el 30 de mayo. El 13 de junio De Gaulle decretó la disolución de las organizaciones trotskistas y maoistas, asà como la del Movimiento 22 de Marzo, en virtud de una ley del Frente Popular establecida en su momento contra ligas paramilitares de extrema derecha. Los responsables de la O.A.S. exiliados regresaron a Francia. Y de la gran reacción de junio salió la victoria de la derecha en las elecciones (de una derecha que, conviene no olvidarlo, entonces estaba a favor del orden y del Estado, pero también del "estado de bienestar", de las reformas sociales y culturales, de una reforma progresiva de la universidad y hasta, en algunos casos, de la "contracultura bien entendida").
Los estudiantes rebeldes se despidieron que con una frase que se hizo célebre: "Es sólo el comienzo. La lucha continúa". Pero ¿fue realmente aquel mayo un comienzo o fue más bien el final de una época? En agosto de 1968, las tropas del Pacto de Varsovia aplastaron la rebelión de Praga, que fue percibida como más de lo mismo en el otro lado del mundo de la guerra frÃa, y la mayor parte de los rebeldes y revolucionarios de Francia (y de Europa) que habÃan puesto casi todas las esperanzas en la revolución autogestionada y autogestionaria se quedaron sin modelos y casi sin amigos. Asesinados Lumumba (el sÃmbolo de la revolución africana) y Guevara (el sÃmbolo de la revolución latinoamericana), sólo quedaba Vietnam. Y no es casual que Vietnam haya sido, a partir de 1968, el único sÃmbolo positivo que ha unido en la calle a todos los restos del sesentayochismo.
Ese es el origen de la otra gran depresión del siglo XX, de la depresión subjetiva, por asà decirlo, de la gran depresión de la izquierda rebelde y revolucionaria. Lo que vino después es lo que suele venir después en estos casos: "revoluciones pasivas" o contrarrevoluciones que se presentan a sà mismas pomposamente como "revoluciones culturales" o "revoluciones de la vida cotidiana", que recuerdan vagamente, por las palabras que se pronuncian, lo que quisieron quienes perdieron, pero que por lo general consisten en la integración por el sistema de todo aquello que puede ser integrado sin que cambie lo esencial, o sea, la propiedad del dinero, la propiedad del poder, la propiedad de los medios de producción, el mando en plaza.
De la gran depresión producida por la derrota del 68, y no de las ideas que se expresaron en mayo del 68, salió lo que luego se ha llamado individualismo contemporáneo. Una de las grandes manipulaciones mediáticas de los últimos treinta años ha consistido precisamente en convencer a las gentes que ya no vivieron aquello de que el individualismo contemporáneo es hijo del mayo del 68. Nada más lejos de la verdad. El individualismo contemporáneo es hijo de los que vencieron a los estudiantes y obreros rebeldes del 68. O tal vez el hijo pródigo del matrimonio de éstos con quienes, habiendo perdido, se resignaron para acomodarse a la derrota.
3. Tercera pista. Muchas veces se ha dicho y se ha escrito en los últimos tiempos que los movimientos sociales nuevos, crÃticos y alternativos, tuvieron su origen en el mayo francés del 68. Pero también esto es inexacto. Y conviene precisarlo.
No hay duda de que 1968 representó el momento culminante de uno de los movimientos sociales más activos e interesantes de la segunda mitad del siglo XX, el movimiento estudiantil o universitario, que, por supuesto, no se redujo a los acontecimientos de Francia y que produjo manifestaciones importantes en los cuatro puntos cardinales: en Berkeley y en Milán, en México y en Barcelona y Madrid, en BerlÃn y en Tokio, en Londres y en Praga y en Varsovia.
Hay dos rasgos o caracterÃsticas que aparecen reiterativamente y con mucha fuerza en todos (o casi todos) los movimientos estudiantiles de entonces, y que, efectivamente, heredarÃan los movimientos sociales posteriores. Me refiero al antiautoritarismo y al antiimperialismo. Antiautoritarismo no sólo en el sentido de la crÃtica de la autoridad de la familia, del Estado, de las iglesias y del mandarinato existente en la universidad, sino también como autonomÃa radical respecto de todos los partidos polÃticos del arco parlamentario. Y antiimperialismo entendido como oposición a los dos modelos socioeconómicos cristalizados durante la guerra frÃa. En lÃneas generales estos rasgos pasarÃan, ya en los años setenta, a la crÃtica feminista del patriarcado, a la crÃtica ecologista de la sociedad industrial y productivista y a la crÃtica pacifista de la estrategia militar del terror.
Pero si por movimientos sociales nuevos entendemos lo que por entonces empezó a llamarse "nuevo feminismo", o ecologismo o pacifismo, hay que decir enseguida que el mayo francés del 68 tuvo muy poco que ver con eso. Basta para probarlo con ver los documentos escritos y orales que han quedado de las asambleas de Nanterre y la Sorbonne: ahà hay muy poco feminismo, casi nada de ecologismo y, desde luego, nada de pacifismo.
Sintomáticamente no hay ni una sola mujer entre los lÃderes destacados del movimiento y las grabaciones que han quedado (cintas magnetofónicas y cinematográficas) muestran que a las mujeres apenas se las dejaba tomar la palabra en los comités. Es verdad que se citaba Reich y se hablaba de sexualidad liberada, pero mayormente para varones. El primer cartel publicitario détournée, que muestra a una mujer acariciándose los pechos mientras de su boca sale el gemido orgasmático ( "Ahhhhhh!!! La Internacional Situacionista"), no era precisamente una representación del gusto del nuevo feminismo...
Las alusiones a los hyppies y a los beatknis que hay, por ejemplo, en los textos situacionistas de entonces son todas despreciativas o paródicas. Y el lenguaje y el tono de la mayorÃa de las intervenciones en las asambleas y en los comités de ocupación, asà como el de la mayorÃa de los panfletos escritos, era más bien "guerrero", crÃtico del militarismo, sà (particularmente cuando se hablaba de la intervención norteamericana en Vietnam), pero también exaltador de la violencia revolucionaria, ya fuera en términos leninistas, guevaristas, consejistas, maoÃstas o para recordar las virtudes de Durruti, de los combatientes del Vietcong o del general Giap.
Los orÃgenes del feminismo, del ecologismo y del nuevo pacifismo que cuajarÃan como movimientos en las dos décadas siguientes no están ahÃ. Hay que buscarlos en otros sitios: en las universidades norteamericanas, en las manifestaciones británicas contra la guerra (organizadas por el Comité Russell, entre otros), en los discursos de Martin Luther King y en la Universidad Libre de BerlÃn.
Para no alargar más este punto y concluir con la tercera pista pondré aquà un sólo ejemplo. El eslogan más célebre y más veces repetido del mayo francés fue: "La imaginación al poder". Todo el mundo lo ha oÃdo repetir muchas veces como sÃmbolo de lo que allà se cocÃa. Repetida cientos de veces por los grandes medios de comunicación, esa frase se trivializó hasta el punto de que, fuera ya de su contexto, parece sugerir una de estas dos cosas: hyppis y provos, protesta lúdica, ecologista y pacifista. Asà sonaba ya años después de que fuera escrita por primera vez. Y sin embargo lo que quiso decir con ella quien la escribió no tiene nada que ver con pacifismo, protesta lúdica y medio-ambientalismo. Voy a restituir su sentido original (las cursivas son mÃas) para que se pueda comparar. Esa frase cerraba una breve pero contundente declaración de principios en la entrada principal de la Sorbona de ParÃs, asediada por la policÃa. La declaración decÃa asÃ:
Queremos que la revolución que comienza liquide no sólo la sociedad capitalista sino también la sociedad industrial. La sociedad de consumo morirá de muerte violenta. La sociedad de la alienación desaparecerá de la historia. Estamos inventando un mundo nuevo original. La imaginación al poder.
No es extraño que unos años después Guy Debord dijera que habÃa para morirse de risa, al constatar lo que la "sociedad del espectáculo" habÃa conseguido hacer con esa y otras muchas frases célebres del movimiento del 68.
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Francisco Fernández Buey é professor da Universidade Pompeu Fabra, em Barcelona, e autor, entre outros, de UtopÃas e ilusiones naturales (Barcelona: El viejo topo, 2007).Â