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Homenaje a Portantiero

脫scar Ter谩n - Abril 2007
 

Agradezco esta posibilidad de evocar y homenajear a Juan Carlos Portantiero, en esta facultad de Ciencias Sociales de la UBA que fue la suya, en el m谩s 铆ntimo y leg铆timo sentido de ese posesivo. Para ello me permitir茅 apelar a un par de recuerdos que emergieron en estos d铆as de duelo ante su muerte.

El primero est谩 relacionado precisamente con su ligaz贸n visceral con la sociolog铆a. En una tarde mexicana del 83, cuando ya el ritorno in patria asomaba con certeza en nuestro horizonte, le formul茅 la pregunta que聽tantos se preguntaban: por qu茅 tentar ese regreso sin gloria dejando todo lo bueno que en M茅xico se hab铆a construido. Me respondi贸 aplicando esas navajas de Occam que desarmaban todo intento de rom谩nticas derivas existenciales. Me dijo seriamente aunque sonriendo: "Porque yo soy de all谩". Y a continuaci贸n lig贸 esta respuesta a todo lo que su vida le deb铆a a la sociolog铆a, que hab铆a sido su literal tabla de salvaci贸n y de聽legitimaci贸n cuando despu茅s de la expulsi贸n del Partido Comunista y de la breve experiencia fracasada de Vanguardia Revolucionaria hab铆a quedado -para abusar de la terminolog铆a sociol贸gica- en estado de disponibilidad y de anomia.

El segundo recuerdo introduce aquello que me result贸 el rasgo m谩s relevante de su magisterio intelectual. Ya en una vieja sede porte帽a del Club de Cultura Socialista, mientras la experiencia alfonsinista se hund铆a sin remedio, me coment贸 su sensaci贸n de ajenidad con el mundo en que viv铆amos. "Las cosas que me gustaban en mi juventud ya no importan", dijo.聽Y mencion贸 dos: la pol铆tica, naturalmente, y la literatura (francesa, agreg贸; del siglo XIX, concluy贸).

Si aqu铆 traigo a colaci贸n esta otra alma que tambi茅n lo habit贸, es porque puedo vincular ese gusto literario con un car谩cter de su escritura, que en rigor lo era de su pensamiento, y para el cual no encuentro otra palabra que la usada una y otra vez en las recientes evocaciones de Juan Carlos: la elegancia de su razonamiento, algo que est谩 asociado a lo que llamamos cl谩sico, apol铆neo, por oposici贸n a las a su entender est茅riles sofisticaciones de nuestra intelligentzia de izquierda. Y en efecto, sus textos albergaron la capacidad de lo iluminador no s贸lo por la penetraci贸n intelectual de sus contenidos (como la c茅lebre teor铆a del "empate hegem贸nico") sino asimismo por el estilo de producci贸n de sentidos que聽ofrec铆an.

Si es cierto que los seres humanos experimentamos la angustia y el horror聽ante el vac铆o de sentidos, estamos diciendo que algo hay peor que las verdades amargas, y es el sinsentido. Quiero que se me entienda bien ahora cuando digo que Portantiero, como otros hombres y mujeres de izquierda entre nosotros, un d铆a se asom贸 a lo que la tradici贸n de esa misma izquierda hab铆a decidido arrojar al terreno del dislate y de lo an贸malo.

Esa anomal铆a se llam贸 "peronismo", ante el cual aquella izquierda hab铆a聽experimentado la mayor derrota de su historia al haberle sido sustra铆do el suelo mismo de su legitimidad: la clase obrera argentina. La 煤nica manera de no asumir esa cat谩strofe consisti贸 en negar que esa clase obrera fuera la clase obrera destinada por naturaleza a reconocer al partido del proletariado como representante cabal de sus intereses objetivos.

Y bien: frente el estr茅pito colosal de un d铆a de octubre del 45, Portantiero form贸 filas en la vanguardia de quienes oficiaron de dadores de sentido de ese hecho, inscribi茅ndolo en un curso hist贸rico y en una l贸gica de la acci贸n social y pol铆tica. No dudo de que aqu铆 apel贸 a uno de "los usos de Gramsci", consistente en rebuscar los "n煤cleos de buen sentido en el sentido com煤n de las clases subalternas", uso que bien o mal le sirvi贸 de br煤jula para la comprensi贸n y aun la recuperaci贸n de la experiencia de las masas peronistas.聽

Dicho de otro modo: hay creencias que buscan sus ideas. Esto es, un conjunto confuso de creencias parte tras una forma que las organice. En este aspecto, a lo largo de los a帽os Juan Carlos fue un gran "in-formador", un gran dador de forma y de sentidos a los mudos hechos de una realidad esquiva. Por cierto, y en homenaje a este homenaje, no pretendo decir con ello que su voz fuera oracular. Su sobrio realismo lo distanciaba de los postulantes a modernos profetas clamando en el desierto. Pero en la lectura o en la escucha de sus argumentaciones siempre sobresal铆a la profunda claridad anal铆tica que aun en el disenso llevaba a seguir explorando los vericuetos de una realidad compleja que en sus relatos apaciguaba lo inefable sin perder en riqueza.

Su pasi贸n por el mundo de las ideas no le obnubil贸 el desfasaje entre la teor铆a y las realidades locales, y esta preocupaci贸n que no dej贸 de asediarlo la comparti贸 con su "amigo y hermano querido" (son sus palabras) Jos茅 Aric贸. En la nota que escribi贸 a horas de la muerte de Pancho, el Negro record贸 que para ellos el debate sobre la relaci贸n entre marxismo y Am茅rica Latina "se abri贸 a partir de nuestra expulsi贸n del Partido Comunista Argentino".

En muchos aspectos Portantiero configur贸 un ep铆tome de una figura intelectual de la 茅poca que le toc贸 vivir. Obviamente, debi贸 padecer el聽fracaso de los proyectos de esa misma 茅poca. De esas derrotas est谩 jalonada la curva que arrancando del Partido Comunista lo condujo al c茅lebre editorial del a帽o 73 de Pasado y Presente donde se saludaba "el repiquetear incesante de la guerrilla" como aquel que, junto con la lucha de masas, estaba alumbrando los nuevos tiempos. Al paso de los a帽os,聽nuevamente Gramsci le acerc贸 la precisa definici贸n de aquellas posiciones, all铆 donde pudo parafrasear al comunista italiano diciendo m谩s o menos esto: "Cre铆mos ser parte de un proceso de recomposici贸n nacional, y resultamos parte de la caldera en la que se fund铆an sin residuo todos los metales del diablo de la sociedad argentina".

De all铆 en m谩s, donde otros hicieron de pensar siempre lo mismo una extra帽a virtud, se atrevi贸 a cambiar y pag贸 el duro precio de modificar sus ideas cuando consider贸 que se hab铆an estrellado contra las tenaces resistencias de lo real. As铆, durante el exilio devino en socialdem贸crata, mientras la idea de revoluci贸n ca铆a, el comunismo se derrumbaba y el marxismo confesaba su crisis. Con ese talante particip贸 al regreso del c铆rculo de pensamiento que se nucle贸 en torno del presidente Alfons铆n.

La crisis de esa nueva experiencia est谩 en el trasfondo de una cl谩sica charla acad茅mica de fines del 2003 en una universidad cordobesa. Retorn贸 all铆 a subrayar las imposibilidades de la democracia llamada "formal" para abordar las soluciones del pa铆s si no se atend铆a con justicia al mundo de la pobreza, la indigencia y la desigualdad social. Postul贸 entonces que la sociolog铆a del nuevo siglo -pasadas sus etapas desarrollista, dependentista y democr谩tica- se configuraba como pensamiento de la crisis.

En el curso de estas reflexiones se extingui贸 su vida.

En suma y para concluir, es otro de una generaci贸n (la m铆a, la nuestra) que se ha retirado hacia el dubitable olimpo de los hombres laicos. De tal modo, siguiendo el viejo decir de caravanas del desierto, el Negro bebi贸 del pozo y dej贸 su lugar a otros. Pero aunque de esas mismas aguas tambi茅n hayamos bebido, ya nadie podr谩 articular aquellas sus palabras. Hemos tenido s铆 las mismas ilusiones, parecidas pasiones, an谩logos desencantos y semejantes errores. Con ese amasijo de intensas y confusas experiencias, el Negro hil贸 como nadie algunos hilos de sentido de nuestra vida social y pol铆tica, con la tersura de un estilo que lo era de su propia vida vivida.

No cedi贸 a las tentaciones del cinismo ni del nihilismo. No se resign贸 a refugiarse en la privacidad del retiro ni en un escepticismo perezoso. Y nos dej贸 sus pensares compuestos con la misma cl谩sica dignidad de temple con que encar贸 los males que se abatieron sobre su cuerpo en sus 煤ltimos a帽os.

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Conferencia de 脫scar Ter谩n en el acto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA)聽en memoria de Juan Carlos Portantiero (12 de abril del 2007).聽Texto originalmente publicado en la p谩gina del Club de Cultura Socialista Jos茅 Aric贸聽e en La Insignia.聽



Fonte: Especial para Gramsci e o Brasil.

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